Compra un pollo y que lo corten en trozos. Lávalos , sazónalos con sal y envuélvelos en harina, sacudiendo la que sobre.
Vierte cuatro cucharadas en aceite en una cazuela amplia y pon un diente de ajo entero y sin pelar.
Dora lo trozos de pollo y pásalos a una fuente honda. Resérvalos.
En ese mismo aceite sofríe a fuego medio 300 g. de cebolla picadita y sazona con sal. Mantén el fuego suave y la cazuela tapada. De vez en cuando remueve.
A los veinte minutos, agrega unas hebras de azafrán, 150 ml. de vino blanco seco y medio litro de agua. Si vas a poner laurel, agrega una hojita.Lava un huevo y lo pones en la cazuela. Tapa la cazuela, sube el fuego a temperatura media y mantén la cocción otros veinte minutos.
A los diez minutos saca el huevo que ya estará cocido. Lo pelas. Pon la yema del huevo cocido en el mortero junto con 20 almendras sin tostar y 3 pimientas negras y haz un machacado hasta que quede una pasta. Reserva. Pica en trocitos la clara de huevo y reserva.
Cuando la cebolla ya haya cocido veinte minutos pasa todo por el pasapurés a otra cazuela. Coloca los trozos de pollo en la salsa y agrega el machacado del mortero.
Mueve la cazuela enérgicamente y mantén la cocción a fuego medio unos veinte minutos más que será lo que tarde el pollo en estar tierno. La salsa quedará trabada. Mientras se cuece el pollo, vigila que no se pegue.Agrega al final la clara del huevo cocido picadita.
Sirve muy caliente.
Un acompañamiento excelente es el arroz blanco.