En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más de vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. (Capítulo I-Parte I)
Los duelos y quebrantos. Este plato, que anuncia sufrimiento, está compuesto, tradicionalmente, de huevos fritos con torreznos entreverados, teoría que confirma Calderón de la Barca cuando dice en una de sus comedias:
... Para una cuitada
triste, mísera viuda,
huevos y torreznos bastan
que son duelos y quebrantos.
Pero hay otra teoría sobre el origen y nombre de duelos y quebrantos, también muy creíble y que avalan algunos eruditos cervantinos, según escribe Martínez Llopis. Al parecer, los sábados llevaban los pastores a las casas de los amos las reses que entre semana se morían, o se desgraciaban, de cuya carne deshuesada y acecinada se hacían guisos. De los huesos quebrantados y de los extremos de estas mismas reses se componía la olla en los tiempos en que no se permitía, en los reinos de Castilla, comer los sábados de las demás partes de ellas, ni grosura, cuya costumbre derogó— Benedicto XIV. Esta comida la denominaban “duelos y quebrantos” con alusión al sentimiento y duelo que causaba, como es regular a los dueños el menoscabo de su ganado y el quebrantamiento de los huesos; así como para significar una pobre y escasa comida, se decía y se dice todavía, hacer penitencia, o azotes y galeras. Indudablemente, es preferible quedarse con la primera versión y que la degustación de unos duelos y quebrantos no sean causa de dolor, sino de satisfacción.
A los duelos y quebrantos más elementales (es decir, torreznos y huevos) se añade sesos limpios cortados en trozos y chorizo. Los torreznos, que son trocitos fritos de tocino, tienen mucha presencia en platos manchegos. Cualquiera de las dos versiones, la sencilla o la más compleja, son válidas e igualmente sabrosas.
Texto extraido de D. Quijote Gastronómico. (Autora: María Zarzalejos)