- Pon los orejones en un cuenco de cristal y cúbrelos con agua caliente. Mantenlos veinticuatro horas conservándolos en el frigorífico.
- Transcurrido este tiempo vierte todo, incluido el agua de remojo de los orejones, en una cazuela y agrega el azúcar, la canela y la vaina de vainilla. Cuece a fuego medio-bajo durante treinta minutos, hasta que veas que los orejones estén muy suaves y el almíbar muy trabado.
- Pasa la compota a una compotera o un recipiente de cristal.
- Retira la vaina de vainilla, abrirla y agregar a la compota las semillas que hay en el interior. Deja que se enfríe a temperatura ambiente y después conserva en el frigorífico.
Puedes acompañarlo con helado de vainilla, de queso, de nata o de avellanas.