Moluscos:
Los moluscos pueden ser protagonistas principales de muchos platos que al final tendrán un gran sabor a mar.
Los mejillones aportan una gran cantidad de hierro así que hay que aprovecharse de sus virtudes para degustarlos de varias maneras: al vapor, en arroces, rebozados, sopas de pescado... Como para los pequeños de la casa suelen ser un poco difíciles de masticar por sus características morfológicas, lo más recomendable es triturarlos en la sopa de pescado o ponerlos muy picaditos en el arroz.
Un molusco en malas condiciones estropea un guiso. Con los mejillones no hay problema ya que si no se abre al cocerlo ese hay que tirarlo. Con las almejas (y con las chirlas igual) hay que comprobar una a una que están bien cerradas o si están ligeramente abiertas, al darles un golpecito se cierran automáticamente. Esto quiere decir que están vivas. Si alguna no se cerrara es que está muerta y hay que tirarla. Una almeja previamente muerta a la cocción dará al traste con todo el guiso ya que aporta un sabor a podrido muy desagradable.
Ajo, perejil, vino blanco, perifollo son ingredientes que siempre acompañarán bien a los moluscos. Unas hebras de azafrán (muy pocas para que no amarillee en exceso el guiso) aportarán un sabor a yodo muy agradable.
Para espesar la salsa de los guisos de moluscos se puede añadir una cucharadita de maicena disuelta previamente en agua fría.