- Lava con agua fría los trocitos de pollo y elimina restos de grasa, comprueba que no hay trocitos de huesos astillados, elimina plumitas y cañones y escurre sobre papel absorbente de cocina.
- Ponlos en un cuenco amplio. Sazona con sal y espolvorea con dos o tres vueltas de pimienta negra. - Vierte el zumo del limón, tres cucharadas de aceite y dos dientes de ajo prensados.
- Mezcla bien y deja en maceración dos horas. De vez en cuando remueve los trocitos de pollo.
- Transcurrido este tiempo pasa los trocitos de pollo por harina y fríelos en abundante aceite caliente.
- Deberás tantear el fuego, es decir , al principio estará fuerte pero cuando hayan pasado seis minutos lo bajas un poco para que no se quemen por fuera y queden crudos por dentro.
- A los diez minutos les das la vuelta, subes el fuego, lo mantienes cinco o seis minutos. Baja el fuego un poco y los tienes cuatro o cinco minutos. Comprueba que están hechos clavando una aguja en el centro y si el jugo sale transparente están en su punto.
- Los vas poniendo en una fuente .
- Una vez fritos todos los trozos , cuela el aceite en el que has frito el pollo y vuelve a poner cuatro cucharadas de aceite y los dos dientes de ajo restantes cortados en láminas.
- Dóralos a fuego suave, retira la sartén del fuego y vierte con cuidado el zumo del otro limón.
- Vierte sobre los trozos del pollo, remueve bien y deja enfriar.
Sirve con una ensalada mixta y patatas asadas.