- Pélalas con el pelapatatas, lávalas y sécalas.
- Córtalas en rodajas gruesas y después en barras del grosor que se desee pero que sean iguales para que al freírse se hagan igual, es decir, que no queden unas quemadas y otras casi crudas.
- Calienta abundante aceite en una sartén honda y cuando se vea que está caliente añade las patatas con una espumadera. No deben quedar aprisionadas en el aceite, así que si son muchas se fríen en dos o tres veces. Se moverán con la espumadera de vez en cuando. Se mantendrá siempre el mismo calor.
- Cuando estén fritas se sacan con la espumadera a un escurridor unos segundos (o las pones sobre una fuente forrada con papel absorbente de cocina), se pasan a la fuente donde se vayan a servir y se espolvorean con sal entonces, no antes.
Si te gustan un poco blandas con aspecto y textura como a lo pobre, pondrás bastante cantidad de patatas y taparás la sartén. Quedarán irregulares en el color exterior.