- Limpia las sardinas quitándoles la espina y la cabeza.
- Limpia los lomos al chorro del agua fría para quitarles las escamas y ponlos en un recipiente con agua fría.
- Cuando termines de limpiar todas las sardinas, elimina el agua donde han estado y ponlas sobre papel absorbente de cocina.
- Sazónalas con sal , rebózalas con harina y huevo batido y fríelas en aceite caliente.
- En una cazuela de barro vierte un chorro de aceite de oliva y sofríe las cebollas cortadas en plumas y los ajos prensados. Sazona con sal y deja hacer a fuego suave hasta que la cebolla esté transparente.
- Agrega el pimentón, las pimientas, el vinagre y el vino y deja cocer cinco minutos.
- Coloca las sardinas en la salsa de cebolla y deja que den un hervor de dos minutos, moviendo la cazuela constantemente.
- Espolvorea con huevo cocido picado y sirve.
Las sardinas deben quedar perfectamente limpias sin una escama. Después además conviene que las sumergas en agua muy fría (incluso pon unos cubitos de hielo) y remuévelas con la mano para que pierdan las zonas sanguinolentas y queden muy limpias.
Incluye en los menús semanales el pescado azul dos o tres veces, sobre todo a la cena que es cuando por lo general se reúne toda la familia.