- Lava los pimientos rojos secos. Quítales el tallo y ponlos a remojo en agua templada durante una hora.
- Transcurrido este tiempo, cuela el agua el agua de remojo y reserva. Abre los pimientos, quita con cuidado las semillas que pueda tener en el interior y con una cucharita raspa la pulpa. Reserva.
- En una cazuela de barro vierte el aceite, la cebolla picada y el diente de ajo cortado por la mitad. Sazona con sal y sofríe a fuego muy suave removiendo con la cuchara de madera.
- Cuando la cebolla esté muy pochada retírala con una espumadera, así como el ajo. Elimina la cebolla y el ajo.
- Sazona con sal las rodajas de merluza, pásalas por harina sacudiendo la sobrante. Coloca las cuatro rodajas en la cazuela manteniendo el fuego suave. Tenlas un minuto y dales la vuelta.
- Transcurrido un minuto, añade la pulpa del pimiento choricero machacada con las galletas y diluido todo con una taza del caldo de remojo de los pimientos.
- Vierte otra taza más de agua templada y el vino blanco.
- Mueve enérgicamente la cazuela de barro para que la salsa se ligue bien y la merluza se haga.
- A los seis minutos de que haya roto el hervor, que siempre será suave, dale la vuelta a las rodajas de merluza, con cuidado de no desbaratarlas. A los cuatro minutos ya estará hecha.
- Apaga el fuego, deja reposar dos minutos, mueve de nuevo la cazuela y sirve.
Las galletas María ayudan a contrarrestar el efecto un poco amargo de la pulpa de los pimientos choriceros y a espesar la salsa. No las suprimas.