- Mezcla en un cuenco el agua con la levadura prensada y desmigala un poco para que se deshaga.
- Pon en otro cuenco la harina, haz un hueco en el centro y vierte el agua con la levadura, la sal, y el azúcar . Mezcla bien primero con una cuchara hasta que queden todos los ingredientes ligados.
- Espolvorea la mesa de la cocina con un poco de harina y coloca la masa.
- Amasa con suavidad no más de diez minutos hasta que quede una bola suave y uniforme.
- Pon la bola en un recipiente, cubre con un paño pero sin apretar y deja reposar durante una hora.
- Coloca de nuevo la bola sobre la mesa enharinada y presiona bien para rompe las bolsas de aire que se han producido, pero no amasando.
- Forma una torta redonda o cuadrada y coloca sobre la bandeja de horno que habras forrado con papel especial de horno. Vierte sobre la torta dos cucharadas de aceite y extiéndela bien por toda la torta.
- Deja reposar de nuevo hasta que doble el volumen.
- Calienta el horno a casi 200ºC. (Deberás precalentarlo quince minutos antes de meter la torta)
- Cuando haya doblado el volumen vuelve a estirar la masa con los dedos si moverla. Riega con las otras dos cucharadas de aceite, espolvorea con la sal en escamas.
- Baja la temperatura del horno a 190ºC y mete la bandeja. Hornea la focaccia durante treinta minutos.
- Sirve recién hecho.
Córtalo en cuatro cuartos y hay que esperar cuatro o cinco minutos para degustarlo. Al igual que en las focaccias tradicionales, puedes poner aceitunas y/o anchoas en aceite de oliva. Las colocarás en la masa justo antes de meter la focaccia en el horno.