- La víspera por la noche pon las fabes a remojo con abundante agua fría. (tres veces el volumen que ocupen las fabes).
- Al día siguiente elimina el agua de remojo y pon las fabes en una cazuela con agua suficiente para cubrirlas y un diente de ajo entero sin pelar.
- Ponlas a cocer a fuego medio-alto hasta que rompa el hervor. Baja el fuego a medio y retira la espuma que subirá a la superficie con una espumadera y corta el hervor tres veces, esto es, asñustalas. Para ello cuando rompa el hervor vierte un vaso de agua (o de caldo de ave ligero) y deja que recupere el hervor. Vuelve a cortar el hervor dos veces más. Luego ya mentén la cocción con la cazuela casi tapada hasta que estén tiernas. Agrega agua fría (o caldo de ave frío) , poco a poco, tantas veces como sea necesario.
- Mientras tanto pon las almejas en un recipiente con agua fría y un chorro de vinagre para que suelten toda la arena. Reserva.
- En una sartén vierte tres cucharadas de aceite y agrega la cebolla picada, el diente de ajo prensado y sal. Sofríe a fuego muy suave durante veinte minutos.
- Agrega el perejil picadito, la harina mezclando bien, el vino blanco y un cuarto de litro de agua. Deja que cueza tres minutos.
- Elimina el agua de remojo de las almejas, pásalas a un escurridor y lávalas al chorro del agua fría.
- Agrégalas a la salsa y cuece hasta que se abran las almejas. Apaga el fuego y reserva.
- Cuando las fabes ya estén tiernas vierte las alemjas y todo el contenido de la sartén y deja que cueza todo junto unos diez minutos más. El caldo deberá quedar trabado. Rectifica el punto de sal.
Puedes cocer las fabes en la olla a presión.