- La víspera por la noche pon a remojo las alubias con abundante agua fría.
- Al día siguiente elimina el agua de remojo y pasas las alubias a una cazuela amplia con el diente de ajo y un poco más que cubiertas de agua fría.
- Ponlas a cocer a fuego medio y sin tapar la cazuela.
- Deja que rompa el hervor y quita con una espumadera la espuma que se forma.
- Asusta las alubias rompiendo el hervor vertiendo un vaso de agua fría.
- Una vez que vuelva a romper el hervor de nuevo, vuelve a asustar las alubias vertiendo otro vaso de agua fría. Este “susto” lo repetirás otra vez más.
- Mientras se cuecen las alubias moverás la cazuela y añadirás agua fría las veces que sea necesario. El mover la cazuela ayuda a que el caldo se vaya trabando. Las alubias siempre deberán estar cubiertas con caldo.
- Cuando estén cocidas, sazónalas con sal y agrega las hebras de azafrán.
- En una sartén calienta el aceite, agrega el pimentón, remueve rápidamente y vierte sobre las alubias.
- Mueve la cazuela con suavidad para que el caldo se vaya trabando. Nunca las remuevas con cuchara y mantén la cocción suave hasta que el caldo se trabe bien.
- Apaga el fuego y deja reposar al menos dos horas.
- Vuelve a calentarlas a fuego suave moviendo la cazuela el caldo se vuelva a trabar. Sírvelas.
Es la manera más básica y sencilla de preparar las alubias. Si vieras que el caldo no acaba de espesar, ya que depende la clase de alubias, saca un cacito de alubias, las machacas en el mortero hasta hacer un puré y lo agregas a las alubias y dejas que cueza a fuego suave diez minutos y verás como el caldo se espesa. Es importante añadir el agua poco a poco durante la cocción.