Desde hace siglos la fresa silvestre ha sido utilizada como alimento por el hombre. Su importancia es tal, que podemos encontrar alusiones a este preciado alimento en la literatura de autores como Ovidio y Virgilio.
Nutrientes y propiedades: cuando las fresas están maduras, éstas contienen importantes cantidades de vitaminas A, B1, B2 y C. Son ricas en potasio y en calcio, además de que contienen hierro, magnesio y fósforo. Entre sus cualidades destacan sus propiedades diuréticas y depurativas y su efecto tonificante para la piel. Las fresas son aptas para los diabéticos, puesto que su dulzor proviene de la levulosa, no de la sacarosa.
Entre las variedades de fresas podemos distinguir, por un lado:
- Fresa del bosque: pequeña y muy perfumada.
- Fresa cultivada: de pequeño tamaño y muy aromática, aunque cada vez más escasa.
- Fresón: es el más abundante en el mercado, y empieza a aparecer en el mes de marzo.
La forma más clásica para degustarlas es al natural, con nata o con azúcar. El zumo de naranja o un toque de licor son también buenos compañeros de la fresa. Con las fresas también se pueden preparar tartas, mermeladas caseras y licores.
Respecto a su preparación, la fresa pequeña es preferible no lavarla. En el caso de hacerlo, hay que hacerlo con sumo cuidado y con muy poca agua. Por otro lado, el fresón se lava del mismo modo. Jamás se deben poner en remojo.
La conservación de este producto es sencilla. Las fresas son un alimento delicado y es mejor comerlas recién compradas, pero en el caso del fresón se puede guardar 1-2 días dentro del frigorífico en un recipiente cerrado.