Diccionario de la A a la Z

Uvas:

La vid, junto con el trigo y el olivo es la triada del campo-alimentación-cultura mediterránea. Las menciones a las uvas y al vino, en la Biblia, en el arte pictórico, en la arquitectura religiosa son largas y constantes.

Como anécdota , las uvas y el vino siempre se mencionan con motivo de reuniones o celebraciones importantes.  Ejemplos que aparecen en el Nuevo Testamento son: Las Bodas de Caná o la Última Cena.

La mitología griega asigna al dios Baco la divinidad que proteje al vino y la mitología romana encomienda esta tarea al dios Dionisio.

 

 

Breve historia 

Las uvas se consumían frescas, secas o convertidas en vino. Las uvas pasas se utilizaban para elaborar tortas dulces. En el segundo milenio la viticultura estaba avanzada; en textos de los siglos XIV-XIII a.C. los viñedos se cultivaban en terrazas. Era muy abundante tanto la producción de uvas como de vino. Disponían de vasijas para el vino, copas, cubas, depósitos de decantación y pequeñas torres de guarda. El vino, además de beberse, se usaba para dar culto a las divinidades y a los muertos. Plinio el Viejo alaba de forma reiterada en su Historia natural los vinos fenicios, su abundancia, e incluso el olor a incienso de algunos de ellos, que son los que se ofrecen a los dioses.

Los cartagineses. 

Las uvas, además de consumirlas frescas, se secaban para elaborar un vino al que llamaban passum; era tan especial que seguía teniendo fama en la época imperial romana. Su elaboración era compleja, ya que pasaba desde colgar los racimos de uvas maduras, maceración en mosto, permanencia en cuba, coupage con  mosto de otra variedad de uvas, fermentación en recipientes que se sellaban con arcilla; finalmente, se vertían en otros recipientes, que se recubrían con creta y se tapaban con una piel. Todo el proceso lo cuenta Columela en su obra De re rustica. Según Plinio, el vino cartaginés no era de buena calidad, ya que, según él, lo mezclaban con cal para suavizar su sabor.

 

Los griegos, cultivaban uvas y fueron ellos los que enseñaron a los habitantes de la Península Ibérica técnicas de plantación de viñedos.

 

Los romanos.

Las uvas las degustaban frescas como postre o las dejaban secar para convertirlas en pasas; una vez secas, se conservaban en vasijas de barro, por lo que se llamaban uvas ollares.  

 

Los árabes.

No hay que dudar ni un momento que, a pesar de que la religión profesada por los árabes prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas, éstas se consumían y en cantidades importantes. Consumían las uvas frescas y las uvas pasas alcanzaron gran prestigio, sobre todo las de Málaga, ya que formaban parte de muchos platos de la cocina arábiga. Con la uva destinada a la vinificación elaboraban bebidas como el rubb, mosto cocido hasta alcanzar un punto de jarabe. Es el antecedente del arrope; se tomaba directamente o se diluía en agua. Bebían vino sin ningún tipo de problema. Aunque procuraban consumirlo en fiestas privadas, también era el protagonista de grandes fiestas y reuniones, algunas de ellas tan públicas como las regatas en el río Guadalquivir o en el Ebro, cuando Zaragoza era un reino taifa. Lo cierto es que había un gran comercio de vino. Oficialmente, se permitía, porque al frente de los negocios estaban mozárabes o judíos; pero todos se beneficiaban de él. En numerosas poesías que tienen como protagonistas a altos cargos seguidores de Mahoma se cantan los efectos embriagadores del vino. En este tema, el integrismo islámico perdió la batalla.   

 

Las uvas de mesa presentan diferentes variedades, siendo algunas:

- la albarazada, muy común en Andalucía;

- la albillo, muy gustosa, fina y de tamaño pequeño;

- la lairén, de uvas grandes y piel gruesa;

- la moscatel, de uvas redondedas blancas o violáces, muy dulces;

- la bodocal, tinta y de grandes racimos; la rojal, de color grosella, abundante en Albacete;

- la tempranilla, típica de la Rioja...

 

Las uvas se consumen frescas y además su utilización en cocina de caza, aves o carne es muy habitual, así como para acompañar a gazpachos, migas...

 

La uva aporta muchos azúcares, por lo que los diabéticos y personas que estén a dieta de adelgazamiento no deberán consumirlas. Cada cien gramos aportan 70 calorías.

 

Las uvas pasas, bien de Corinto (sin semillas y pequeñas y muy utilizadas en repsotería y ensaladas) o las de Málaga (grandes, con semillas y de mejor calidad), contiene un 70% de azúcares y aportan 300 calorías por cada cien gramos.

 

Tomar las doce uvas a las doce de la noche el día de Año Nuevo, es una tradición que al parecer se instauró en España en el año 1909 debido al excedente de uvas en Alicante. Cada uva representa un mes del año y muchos al comerlas piensan un deseo par el año nuevo; así que doce uvas doce deseos. También es cierto que las clases sociales acomodadas ya en el siglo XIX recibían el año comiendo uvas y bebiendo champágne.