- Calienta el aceite y deja enfriar.
- Bate los huevos enteros con el azúcar con unas varillas manuales hasta que queden espumosos.
- Agrega el aceite frío, el anís y la pizca de sal. Mezcla bien con las varillas.
- Tamiza medio kilo de harina aproximadamente.
- Mezcla la mitad de la harina con la levadura y agrega en forma de lluvia a la mezcla de huevos y remove para evitar los grumos. La mitad de la harina sin levadura también se utilizará cuando haga falta para ir añadiendo más cantidad a la masa, pero primero se usa la que tiene levadura.
- Sigue añadiendo harina hasta que ya no se pueda remover con las varillas. Espolvorea con harina una superficie y coloca en el centro toda la masa. Espolvoréala con más harina y envuelve suavemente la masa con las palmas de las manos hasta conseguir una bola homogénea.
- Estará en su punto cuando la masa no se pegue a las manos.
- Coloca la bola de masa en un cuenco grande y tápala con un paño durante media hora.
- Transcurrido este tiempo forma las rosquillas y déjalas reposar diez minutos.
- Calienta abundante aceite y cuando esté algo más que templado frie de cuatro en cuatro las rosquillas. Se abrirá un poco la masa, ya que quedan abizcochadas.
- Escurre sobre papel absorbente de cocina.
- Cuando estén frías espolvoréalas con azúcar glas justo antes de servirlas.
Puedes agregar a la masa una cucharada de anises en grano.