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Caliento en una sartén tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra nuevo,  pero elige uno de sabor suave. Lo dejo enfriar.

Bato con unas varillas manuales tres huevos con cinco cucharadas colmadas de azúcar. Vierto el aceite frío y tres cucharadas de anís dulce.

Agrego de momento 400 g. de harina y medio sobre de levadura en polvo y una pizca de sal.

Lo mezclo todo, primero con varillas y luego ya con las manos y añado poco a poco algo más de harina hasta que queda una masa suave. Amaso muy poco, justo lo necesario hasta que se forma una bola suave.

Tapo  la masa con un paño y la dejo reposar media hora.

Formo las rosquillas y hago un corte suave en la superficie de la masa de las rosquillas. Las dejo reposar quince minutos más.

Caliento medio litro de aceite de girasol, pero que no esté muy caliente.

Coloco tres rosquillas nada más. Se empezarán a hinchar y a abrirse un poquito.

Les doy la vuelta cuando ya veo que están doradas por los bordes. Las mantengo unos dos minutos más.

Las sacos  y las dejas un minuto sobre papel absorbente de cocina.  Mientras tanto coloco otras tres rosquillas. Controlo mucho el fuego para que no se caliente demasiado el aceite, porque sino se queman por fuera, no se hacen bien por dentro y tampoco se esponjan tanto.

Las envuelvo en azúcar y las pongo en una fuente.

Cuando estén muy frías, para conservarlas, si queda alguna, las guardo en las clásicas cajas de galletas bien cerradas o en galleteros que tienen la tapa muy hermética.