Intereses
Ana María Matute en Secretos de Familia (Junio 2014)

Ana María Matute, entre el Mediterráneo y el Atlántico.

No es nada nuevo que un aroma o un plato de comida, así como suena, (nada de gastronomía ni términos anglosajones que se han incorporado a nuestro léxico como algo propio) remueve nuestra memoria y nos lleva a recuerdos de todo tipo, unos agradables y otros menos.

Cuando escribí el libro Secretos de Familia , entrevisté entre otros muchos personajes de la vida pública española de entonces, a Ana María Matute. Estuvimos tres horas hablando en un salón del hotel Palace donde estaba alojada. Recuerdo con mucho cariño esa conversación con la escritora, porque la entrevista en sí, incluida la receta, duró una hora, y las dos horas siguientes , con la grabadora apagada, fue una charla en la que afloraron sentimientos y confidencias, para mi sorpresa, que me llevaron a pensar que la literatura era su barca para mantenerse  a flote en la vida.

Transcribo literalmente lo que salió publicado y la foto que ella misma me proporcionó.

 

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Mujer de valía, magnífica escritora, luchadora y trabajadora incansable, Ana María Matute, en esta foto retrospectiva, ya tenía su corazón dividido ente el Mediterráneo y el Atlántico.

 

Estaba escribiendo la segunda versión de El rey Gudú – yo siempre hago dos versiones; una primera sin corregir, según me sale, y otra segunda, ya corregida – y estaba entusiasmada con los vikingos, con su mundo y su historia. Para mí era algo emocionante. Y me invitaron a ir a Noruega. Una estudiante que estaba haciendo su tesis sobre mi obra, porque sabía de mi pasión por los vikingos, me organizó una cena vikinga. Se celebró en una casa fastuosa, de un tío suyo, en lo alto de un fiordo, con una decoración también de estilo vikingo, incluidas las flores.  Había reno preparado de mil maneras: una pierna inmensa que estaba exquisita, embutidos de reno y una variedad increíble de peces ahumados con un sabor inigualable. El pan era sin levadura, aplastado, como lo comían los vikingos. Para beber, aquavit y cerveza y lo bebimos en unas jarras que eran cuernos…Tragos de aquavit, tragos de cerveza, trago de aquavit, trago de cerveza y además lo bebíamos cogidos del brazo. ¡Un recuerdo maravilloso!

 

Sin irme de los países nórdicos, en Finlandia, donde estaba invitada a un Congreso, nos dieron una comida en un sitio que era como un gran embarcadero. Allí mismo asaron una res enorme, al espedo, dándole vueltas y vueltas…Hacía mucho frío pero habían montado unas pequeñas tiendas de campaña para quien quisiera refugiarse, aunque el calor del fuego donde se estaba asando la carne ayudaba a que todo fuera fantástico y divertido. Yo estaba con mi marido y con Rosario Castellanos, una escritora mexicana. Nos reímos mucho y nos lo pasamos francamente muy bien.

Estas comidas con aires bárbaros no me alejan de mi gusto por la cocina española. En casa de mis padres siempre se ha comido muy bien porque, además de tener cocinera vasca, mi madre era riojana. Recuerdo con especial gusto los caparrones con chorizo y oreja de cerdo que ella hacía. Eso era ¡hablar con Dios!. En este recuerdo de la casa de mis padres y mi infancia tengo que citar a una niñera que tuve, que fue como otra madre. Se llamaba Anastasia Arrizabalaga Subia y era de Zumaya. Era maravillosa. Es la única persona que nunca me ha defraudado. Nos llevaba a Zumaya. Recuerdo el mar, para mí el mar es fundamental.

Ahora como mucho menos y, además, cosas suaves. Un plato que me encanta por su sencillez es una merluza o una lubina al horno con unas rodajitas de patata y cebolla cortadas muy finitas y un chorrito de vino…¡está exquisito!. Creo que a la hora de que una comida te guste o no, influye mucho el sitio y la compañía. Si estás a gusto, todo te parece bueno.  La comida más sencilla pero bien hecha y con amigos: el recuerdo es maravilloso. Cuando íbamos de excursión los amigos en bicicleta y llegabas al punto de destino, te tirabas en la hierba y comías tortilla de patatas ¡cómo estaba aquella tortilla!

A lo largo de mi vida he estado en infinidad de sitios y países donde he podido degustar todo tipo de cocinas: japonesa, china, mexicana…

Mi querencia hacia los países nórdicos está enlazada con mi infancia. Cuando yo era pequeña, como había muy poca literatura infantil de autores españoles, leía a los anglosajones o nórdicos. Todo lo nórdico ejercía sobre mí una gran admiración y atracción. Pr ejemplo, Andersen fue el culpable de que yo fuera escritora . No sé, es una admiración especial hacia todo aquello. Aunque me siento profundamente mediterránea porque es mi patria, mi amor es el Atlántico y mi sueño dorado, es el Mar del Norte.

Todos estos lugares tan maravillosos, reflejados en los libros que yo leía, fueron compañeros y amigos de mi infancia y, ya de mayor, he tenido la suerte de hacer posibles mis sueños de conocer los lugares donde transcurrían todas las aventuras que yo leía. ¡Tan lejos y tan cerca!

 

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A continuación Ana María Matute eligió como su receta preferida, ligada a su literatura, Solomillo de reno al estilo Ártico.

 

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